INÉS SEGURA
Delicadeza. Honestidad. Fuerza. Ternura. Feminismo. Estos son algunos de los términos que se pueden utilizar para hablar de ella y su cuaderno de bitácora lleno de oraciones con verbos propios. Escucharla es remover la lava con cuchara, levantar los adoquines tras los que, dicen, hay mar, besarnos a cámara lenta, quererla con la energía de una ciclogénesis explosiva. Forma parte de Imaginautak desde su misma semilla y nos ha hecho árbol de raíces alimentadas, con el estudio sociológico que nos convirtió en su Trabajo de Fin de Grado, con la poesía que nos ha hecho tribu, sangre. Roja. Siempre sangre roja. Ella prefiere ser vulnerable a fuerte, siendo ambas en una misma risa. Es franqueza a prueba de margaritas y su beso a prueba de bomba. Con un bolígrafo y con dos ovarios habla del daño, para mirarle de frente y leerle hasta que se quede dormido. Dicen que le han visto con las manos cansadas de servir tras una barra sujetando sus libros. Porque la contracultura real no es lo que nos tildan de indie y llena estadios. Es trabajar ocho horas para pagar un alquiler compartido y llegar a las nueve de la noche a una fábrica reciclada para crear arte. Eres revolucionaria, Inés.
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