En todos los estilos que permita un folio, un lienzo, una pantalla, una cartulina, una imagen. En todas las formas que conozcan los colores sin patentar, las texturas nunca palpadas, las ganas inflamables. Gasolina para una cerilla con prisas. Talento para unas manos sin ninguna. Ella es la artista de mi salón y la que no necesita grandes museos orquestados por señoros para vivir enamorada de un cuadro. De la emoción sin marcos. Ella es la mujer que cuida de una familia, paga facturas, se mantiene a sí misma en un sistema que a la mínima golpea y tumba, la que aprende sola a crear, la que es cultura sin postureo ni fama. Solo amor. Solo vocación. Solo ternura. Es tan brillante como una pelea de cinco meteoritos fosforitos. 

Puedes seguir a Izikigai en: