KUERDAK

Descalza y con un ave de plumas blancas en la garganta, así se desgarra Leire. En chándal y con el barrio anidado en el roce de una guitarra, así toca Paul. Como si fuese una extremidad más de su cuerpo, así se agarra a la trompeta Kike. Con una delicadeza vagabunda de quien nada más necesita, así rasga el violín Alberto, Vinieron con la alegría de quien nada pide salvo la música en vivo y la muerte para cuando toque, con la naturalidad con la que dan conciertos por la calle y la generosidad de unas raíces que dan árboles. Kuerdak es un grito a ser en lugar de producir, una bandera a pertencernos y no dejar que nos hagan rehenes, un recordatorio de la desnudez, de quedarnos en piel y emoción, en lo importante.

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