KUTTUN

Porque la vida va tan rápido que atropella, porque es fácil perderse en el «tienes que», caer en el éxito establecido, en el «tenerlo todo» que no te permite parar, quejarte, cambiar, desear más. Porque lo difícil es buscar el «quiero que», arriesgarse a las micro derrotas en una pelea por lo que es nuestro, la victoria real que a veces es solo llenar resina de brillibrilli, sentirte bien habitándote. Porque en mitad de la normalidad, ella grita rebeldía. Por eso y porque ella te hace reír con una referencia a Los Simpson y un “qué tal el día”, Yaiza, el flequillo detrás de Kuttun, es un valor al alza en los mercados. En los de verdad, que no tienen corbatas pero sí manteles, en los que no hay números en pantallas, pero sí tacto de una piel dándote las gracias por tu inversión. En una pieza única, hecha a mano, en un taller que normalmente también tiene una cama y es una habitación en la que sobrevivir en un barrio de una ciudad cualquiera. Ella es raíz en una tierra de montañas, formas geométricas como pendientes y naturaleza en cápsulas como colgantes. Ella es feminismo imparable, es una compañera que a las zancadillas da patadas. Ella se ha puesto en pie para recalcular ruta y qué le den a las voces GPS a las que nadie ha preguntado por dónde ir. Lo que hace es precioso. Su forma de vivirlo también.

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