MIGUEL NEIRA

Su voz es madera sin barniz. Es el olor de un árbol mojado, es la corteza que se descascarilla y te recuerda que lo inmutable también es vulnerable. Es la textura que te arraiga a la naturaleza. Así es su canto de cedro rasgado. Es la sencillez de conectar un micrófono en pijama, la poesía de extrarradio cuando la música se queda dormida en la guitarra y las notas del móvil piden ser desbordadas de lo inolvidable, lo cotidiano. Que suele ser siempre lo mismo. Es sensibilidad a pecho descubierto con camisa cerrada, un romántico de escenarios por amor al arte.

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