Nos enseñan a ser seres productivos, cuando somos mucho más. Somos seres sensibles. Y a sentir a canto y grito vinieron a un mini Imaginautak en el Kubrick el cuarteto Kuerdak, con esa danza descalza de asfalto y música improvisada de calle que saca la lengua a todos los conservatorios a los que no llega la sangre en ebullición. El desgarro de Leire a la voz encarnada, la elegancia de la trompeta de Kike, la espontaneidad de la guitarra de Paul, la delicadeza orgánica del violín de Alberto. Y trenzado con un concierto de pulmones propios, la poesía de la presi de toda esta tribu de cerebros divergentes, Amaia Barrena, como una patada al patriarcado, como un beso a la contracultura. Gracias por llenar el Kubrick, ese pequeño rincón con piernas de maniquís por las paredes y maletas antiguas con viajes de polvo por las esquinas. Gracias por ser esos caracoles que llevan la casa a cuestas. Por ser Imaginautak.
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